Fernanda Luquez

La madrugada del sábado 20 de mayo no fue igual en San Luis, un tranquilo balneario de Canelones con apenas 2.000 habitantes a 62 kilómetros de Montevideo. Habían matado a Fernanda Luquez, una joven de 21 años. El homicida fue su expareja.

Este fue el noveno caso de femicidio en el 2017 en Uruguay. Tristemente esa cifra no paró de aumentar hasta llegar a los 30 con los que se cierra el año. Además, entre enero y octubre hubo 31.854 denuncias por violencia doméstica: una cada 14 minutos.

Este caso se incluye dentro de esa estadística: Fernanda ya había realizado varias denuncias en contra de su expareja. Eso sucede en uno de cada cinco femicidios. Entre enero y octubre 21,7% de las víctimas habían denunciado al agresor y en la mitad de esos casos la Justicia había dispuesto medidas de restricción.

El juez que atendió la causa, Marcos Seijas, afirmó que la última denuncia de Fernanda fue el 29 de abril (21 días antes de que la mataran) y a partir de ese momento fue que un Juzgado de Familia de Montevideo dispuso por 120 días que el hombre no podía acercarse a ella.

Pero esa prohibición no se cumplió. Y quizás nunca se sepa el porqué. Lo que sí se sabe es que ambos llegaron juntos a la casa de San Luis, que es de un tío del homicida.

Ese 20 de mayo la Policía advirtió que la puerta de la vivienda estaba abierta. Cuando ingresó, se encontró con la peor escena. La víctima murió por varias puñaladas realizadas por una cuchilla que estaba junto a ella. Este año 34,8% de las muertes por femicidios fueron por arma blanca.

Delito especialmente agravado en reiteración real, con un delito de homicidio, fue lo que se le tipificó al asesino, un hombre de 33 años quien el día del hecho fue encontrado desnudo, en un monte cercano, con lesiones por arma blanca, síntomas de hipotermia. Se constató que había consumido cocaína en las últimas horas.

Fernanda luchó por su vida hasta el final. Pero la fuerza y la locura de un hombre, otra vez, pudieron más que la voluntad de una mujer.

Por Juan Pablo Romero