En San Javier reina la calma, al menos la mayor parte del tiempo. En esta ciudad de Río Negro, ubicada al margen del Río Uruguay, viven unos 1.700 habitantes, muchos de ellos descendientes de los fundadores rusos. Hoy todavía se siente eso de que todos conocen a todos y que el tiempo pasa más lento. Esa tranquilidad se quebró drásticamente en la madrugada del 14 de mayo. María Cristina Viera tenía 60 años, era jubilada y alquilaba castillos inflables. Esa noche estaba en su casa, en la zona suburbana de la ciudad, cuando Franco Luberiaga, un joven de 20 años, entró al hogar y la atacó a hachazos. María Cristina ingresó al CTI del Hospital de Paysandú y pese a los esfuerzos del cuerpo médico, como consecuencia de las graves heridas, falleció en la tarde del martes 16. María Cristina y Franco no se conocían: él estaba escapando de la Policía cuando concretó el ataque. Algunos minutos antes había sido denunciado por violencia doméstica y amenazas a los padres de su pareja. Ante esto, la Policía concurrió al lugar para detenerlo y se dio a la fuga. Entró a la casa de María Cristina Viera y la agredió. Tras el desenlace, los vecinos se autoconvocaron para realizar una misa y una marcha pacífica por las calles de la ciudad hasta la chacra donde vivía la mujer. De esta iniciativa participó el alcalde Aníbal Facchin que ahora, meses después del hecho, explica que si bien no fue el primer ataque de este tipo que vive el lugar, fue el más impactante y movilizante. San Javier tuvo un antes y un después de lo que pasó con María Cristina, asegura. Y algo de eso hay. Los sanjavierinos y autoridades del municipio organizaron una reunión con el jefe de Policía del departamento con el objetivo de trabajar en seguridad y exigir más presencia policial en la calle. La respuesta fue inmediata, el grupo táctico comenzó a hacer recorridas y la Policía Comunitaria continuó con el apoyo que ya venía dando. Aunque el caso de María Cristina es considerado por el la organización Mujeres de Negro como uno de los 30 femicidios que hubo en 2017 en Uruguay, entre los pobladores de San Javier no es visto como tal, sino más bien como un problema de inseguridad. Pasaron siete meses. Franco está preso en la cárcel departamental, en las calles hay más policías y el Municipio trabaja en planes de apoyo para víctimas de violencia doméstica. En San Javier reina nuevamente una aparente tranquilidad.
Por Emilia Triay