María Esther Rovira tenía 86 años y había recibido una semana atrás una golpiza en su casa de Isla de Gaspar que la dejó en el CTI. Cuando la encontraron tendida en el suelo, la anciana estaba consciente y pudo decir quién la había lastimado así: su hijo.
Esta no era la primera vez que la golpeaba. En 2013 ella lo denunció por ese motivo y el hombre, de unos 55 años, tenía también antecedentes por violencia de dos exparejas, según dijeron a El País fuentes de la Fiscalía.
María Esther, que vivía con su hijo al momento del asesinato, contó su calvario en cartas que escribió a lo largo de varias décadas.
Frente a las cámaras de Canal 4 una amiga muy cercana de María Esther la describió, con la voz entrecortada, como “amorosa y muy buena”. “Era muy buena mi amiga”, dijo tomándose la cara.
Por Mayte De León