Mirtha Machado

Durante la mañana de un 31 de diciembre las personas preparan la lista de las últimas compras antes de la noche de Fin de año, algunos hacen unas pocas horas en sus trabajos antes del feriado y otros van pensando desde qué lugar de la casa se van a lanzar las cañitas voladoras.

Para el hijo de Mirtha Machado, de 51 años, esa mañana no ocurrió nada de eso. Él fue el primero en ver a su madre muerta, la última víctima de un sangriento 2017 en el que la violencia machista no descansó ni en las fiestas.

Mirtha no celebrará su cumpleaños número 52, no verá a Uruguay en el Mundial de Rusia ni regresará a la ciudad de Maldonado donde vivía.

Mirtha viajó a San Carlos para el cumpleaños de su hijo y aceptó quedarse a dormir en la casa de su expareja. El hombre, un transportista de 59 años que hacía fletes de ganado para productores rurales de zonas cercanas, tenía una orden de alejamiento desde agosto, pero nunca se le colocó una tobillera electrónica, según informaron fuentes policiales.

Antes de conocer cómo sería el 2018, Mirtha fue ahorcada por el hombre, quien luego de asesinarla se colgó de un árbol. A las 6 de la mañana, el hijo de ambos vio el cuerpo de su padre y llamó a la Policía. Al ingresar a la vivienda vio también a su madre muerta.

Con 20 días de diferencia, el caso es similar al femicidio de Aracelli Umpiérrez, que también ocurrió en San Carlos. En ambos casos, las víctimas fueron asesinadas por sus exparejas, quienes tenían prohibido acercarse a ellas pero no utilizaban una tobillera que permitiera a la Policía saber si se estaba cumpliendo la restricción. Los femicidas se quitaron la vida del mismo modo y en ambas situaciones fue un hijo quien dio la voz de alerta a la Policía, luego de contemplar la tragedia familiar.

Por Bruno Scelza y Marcelo Gallardo