1920

Otra vez el aguafiestas

El tercer Campeonato Sudamericano, en 1919 en Brasil, fue extraño para los celestes. A diferencia de las dos primeras ediciones, Uruguay no consiguió ser el vencedor ya que sufrió su primera derrota en un desempate con los locales tras igualar en puntos. Esta situación hizo que el torneo de 1920 fuera la ocasión ideal para volver a demostrar su dominio.

Con este objetivo un plantel de 17 jugadores dirigidos por Ernesto Fígoli viajó a Chile a disputar la cuarta edición. El equipo estuvo conformado por seis jugadores de Nacional, seis de Peñarol, dos de Wanderers, dos de Universal y uno de Reformers. Argentina, Uruguay y Brasil habían organizado las tres primeras ediciones por lo que la cuarta se le otorgó a los trasandinos, única selección que integraba la Conmebol que no había tenido ese privilegio. Ante tal cita, la selección local lució una camiseta particular que tiempo después se convertiría en el uniforme oficial: la roja.

Disputado entre el 11 de septiembre y el 3 de octubre en Viña del Mar, nuevamente se disputó en un solo estadio: el Valparaíso Sporting Club. Este estadio tenía capacidad para más de 10000 personas y además de fútbol también se realizaban carreras de caballos. Durante el verano albergaba el turf y luego se jugaba la liga local. Esto fue así hasta 1954, cuando se destinó íntegramente para la actividad hípica. El debut de los charrúas, al igual que en el torneo de 1919, fue ante Argentina. Las dos selecciones que definieron las dos primeras ediciones debían enfrentarse en el primer encuentro, en un partido que definiría gran parte de su suerte en el torneo. José PIendibene, a los 10 minutos de comenzado el partido, puso arriba a Uruguay pero cerca del final apareció Raúl Echeverría e igualó el encuentro.

La segunda fecha tuvo olor a revancha. Brasil, que había cortado el reinado uruguayo en el Campeonato Sudamericano en 1919, volvía a ser el rival y llegaba en ventaja ya que había triunfado en el primer encuentro. Pero esta vez los verdeamarelos se enfrentaron a una máquina. Uruguay no le dio chances y lo humilló frente a casi 10.000 espectadores. Ángel Romano en dos oportunidades, José Pérez también con un doblete, Antonio Urdinarán y Antonio Campolo redondearon el 6-0 final.

En la segunda fecha Argentina volvió a empatar ante los locales y el título quedó servido para Uruguay. Con la chance en sus manos se volvió a poner el traje del invitado aguafiestas y se quedó con el título. Enfrentó a Chile ante su público y con goles de Romano y Pérez venció por 2-1 y se volvió a quedar con la copa. Uruguay, nuevamente, demostró que en aquella época era el claro rey de América.