El Mismo Juego

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Capaz que un día Yamila Badell es recordada por muchos como la primera jugadora de fútbol uruguaya que marcó goles en una Copa del Mundo. Fueron dos. A Alemania en el Mundial Sub 17 de Azerbaiyán en 2012. Era el tercer partido de la serie y Uruguay llegaba de perder contra Ghana y Colombia y ya estaba eliminado.

“Centro de una compañera. La golera sale confiada. La pelota pasa y yo, simplemente, pongo mi pie izquierdo… Y gol”, relata Yamila su primer tanto.

“Nunca nos vamos a olvidar de ese gol. Lo hice yo pero íbamos todas en esa pelota”.

Las jóvenes celestes fueron derrotadas 4 a 2 pero terminaron el partido radiantes. “Salimos a jugar sin presión y fue nuestro mejor partido”, recuerda la jugadora celeste.

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Yamila es una puntera izquierda pequeña que juega con el pelo recogido en un moño y parece inalcanzable para sus rivales cuando agacha la cabeza para tomar impulso y se larga en carrera con o sin pelota. Detrás de la apariencia frágil de la número 11 hay una pierna zurda potente y una jugadora que no piensa dos veces antes de tirarse al piso a marcar o ir al choque contra defensoras que parecen el doble de grandes y de pesadas. “Sos chica pero te hacés grande en la cancha”, le escribió una compañera de la selección en una pelota que Yamila tiene sobre una repisa de su casa en Buceo junto a trofeos, medallas y otras pelotas que representan goles de a tres.

El carácter tiene mucho que ver en ese hacerse grande. “Si no te enojás, no estás sintiendo el juego”, sentencia. En la cancha pide la pelota a gritos, le protesta a los jueces, se frustra cuando le cobran un offside o no logra pegarle bien al balón. Recuerda en algunas mañas a su ídolo: Luis Suárez.

“No me gustan los jueguitos con la pelota. Me gusta lo simple. Pasar la pelota. Correr. Pegarle al arco. Me encanta ganarle la espalda al defensa”, cuenta. En esto último tiene un consejero al alcance de la mano: su padre, Gustavo Badell, es un exzaguero que jugó en varios equipos del fútbol uruguayo y sudamericano en la década del 90 y enfrentó durante su carrera a muchos jugadores con las virtudes que hoy presenta su hija.

Yamila juega en Colón, uno de los 14 equipos mayores que conforman la liga AUF femenina. Entrena tres veces a la semana en el maltrecho pero cariñosamente cuidado Parque Carlos Suero, en el barrio Jardines de Instrucciones y, además, cursa sexto año de liceo. Quiere ser fisioterapeuta. Sabe que el fútbol femenino en Uruguay está muy lejos todavía de permitir que las jugadoras vivan de él.

No es muy arriesgado decir que, probablemente, poca gente recuerde hoy los goles de Yamila a Alemania. O los cuatro que le hizo a Argentina y que clasificaron a la Celeste al Mundial sub 17. O que tiene el récord de goles en un Sudamericano de esa categoría.

Pero mientras ella se sigue escurriendo entre defensas y escapando de laterales todos los fines de semana, de visitante o de local, atenta a la posibilidad latente de ir a jugar al exterior con una beca de estudio, de a poco, su nombre empieza a sonar entre las niñas que, cada vez más y cada vez más chicas, comienzan a juntarse para jugar a la pelota. Ellas saben que hay algunas jugadoras de la Selección a las que hay que pedirles una foto o un autógrafo, entre las que está una goleadora zurda que se llama Yamila Badell.


Fútbol en estado puro
“Algunos de los veteranos que van a ver a las niñas jugar me dicen que es la versión más pura del fútbol”, cuenta Graciela Rebollo, extécnica de la selección sub 17 en el mundial 2012 en Azerbaiyán y miembro del Departamento de Niñas de Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI). “Pureza en cuanto a que no existen los intereses por un resultado que les vaya a cambiar la vida”, aclara. “Con los varones hay familias que esperan que el niño de 10 años los salve económicamente”.

ONFI tiene 48 años de existencia. Nuclea la actividad futbolística de los niños de entre 4 y 13 años. Hay 58 mil varones inscriptos en aproximadamente 600 equipos de 63 ligas en todo el país. Las niñas son dos mil.

“En 2005, cuando surgió el Departamento de Niñas, fui a los registros y había 42 fichadas”, dice Jorge Burgell, presidente de ONFI. “Hay un gran crecimiento pero sigue siendo un número muy bajo al lado del de niños”.

Las dos mil niñas se dividen en 45 clubes en tres categorías (sub 9, sub 11 y sub 13 –aunque no todos los clubes tienen equipos en las tres-).

Justicia y salud. Esas son las razones por las que se creó el departamento que tenía como fin promover y hacer crecer la práctica de fútbol entre las niñas. No era justo, dice Burgell, que la mitad de la población infantil quedara marginada del deporte más popular del país. “Además, se habían realizado estudios que mostraban un nivel de obesidad muy alto en las mujeres uruguayas unido a la falta de actividades físicas y deportivas colectivas”, agrega.

A pesar de este crecimiento, Burgell y Rebollo coinciden en señalar la urgencia de que surjan más equipos de niñas para poder competir a nivel regional.

“Tenemos un equipo en Florida, uno en Maldonado, otro en Chuy, uno en Carmelo, uno en Trinidad… Para que jueguen viaja uno o viaja el otro”, explica el presidente de ONFI.

Con más equipos se disminuiría el gasto por traslados, que representa el 85% del presupuesto del Departamento de Niñas. La diferencia entre el costo de una liga de varones con 600 equipos y una de niñas con 45 se ve en los presupuestos: para hacer competir a 58 mil varones se invierten 4 millones de pesos, para 2 mil niñas, 1.8 millones.

¿Y cómo se fomenta la competencia entre niñas y el surgimiento de nuevos equipos?

“Ponés un cuerpo técnico, un día, horario y lugar de entrenamiento y lo difundís. Igual que un cuadro de varones”, insiste Burgell. “Si das esos pasos, las niñas están. Van, juegan, se divierten y llaman a sus amigas”.

El sentimiento, sin embargo, es de optimismo. Y algunos hechos lo alientan.

“El presidente de River de hace unos cuantos años dijo una vez que iba a gastar más plata en una canilla que se rompiera que en promover el fútbol femenino”, cuenta Burgell.

Este año, River Plate decidió prestar las instalaciones del Parque Saroldi a su plantel mayor de fútbol femenino para jugar cuando les toque ser locales. Nacional y Colón se enfrentaron por la Copa de Oro en el Parque Central con una buena cantidad de público en la tribuna Jose María Delgado. Y Colón y River jugaron en el Estadio Centenario como preliminar de la primera final por el Uruguayo masculino.

En un año, tres escenarios de primer nivel del fútbol uruguayo apostaron a la rama femenina del deporte.


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Pasos seguros hacia el futuro
El Campeonato Uruguayo de fútbol femenino consta de 14 equipos que juegan una ronda todos contra todos y después se divide en dos: los siete primeros juegan la Copa de Oro y los siete de abajo se disputan la Copa de Plata. Ambas son a dos vueltas y se juegan partidos en Montevideo, Maldonado y Rocha. El campeón clasifica a la Copa Libertadores, que se juega en octubre todos los años.

Además del campeonato AUF se juega todos los años el de la Organización de Fútbol del Interior (OFI): 32 equipos que juegan divididos en ocho series. Es un número muy bajo para la extensión el territorio en el que se juega, según Nair Ackermann, presidenta de la Comisión de Fútbol Femenino de la AUF.

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“Yo lo que promuevo es el fútbol a nivel departamental. Cuantos más equipos haya, más vamos a poder competir y menores van a ser los gastos de traslados, que son el principal problema”, señala Ackermann sobre la situación, idéntica a la de ONFI.

La AUF paga el 50% de los gastos de cada equipo por temporada. Estos incluyen seguridad, árbitros y traslados. El otro 50%, aproximadamente 30 mil pesos, lo pagan los clubes en tres cuotas.

También hay 11 equipos en la categoría Sub 17. En 2010 había 4. Aquí es donde entra el principal apoyo con el que cuenta hoy el fútbol femenino: el programa Gol Al Futuro, creado en 2007 por el entonces Ministerio de Turismo y Deporte.

Los equipos con categoría juvenil, con jugadoras de entre 13 y 18 años, reciben ropa, materiales para entrenar, apoyo liceal para las deportistas (es una condición ineludible el estudio), apoyo médico, charlas de nutrición y sexualidad y asistencia social. Gol Al Futuro apoya hoy a cerca de 3500 niñas, afirma Ackermann.

En 2013 el fútbol femenino uruguayo contó con otra experiencia de apoyo, esta vez de manos de la Embajada de Alemania. Un técnico alemán visitó Uruguay y estuvo en nueve departamentos en los que dictó 13 talleres a técnicas y dirigentes.

Además, desde la AUF se llevó a cabo el año pasado y este, en dos partes, un curso de la FIFA de dirección técnica especialmente orientado al fútbol femenino, al que acudieron cerca de treinta entrenadoras y entrenadores.

Ackermann sabe que el crecimiento es lento y que la ansiedad puede llegar a frustrar. Por eso remarca, contundente, que “hay un camino”.

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Procesos cortos e ineficientes en la Selección
La Comisión de Fútbol Femenino de la AUF se creó en 1996. Hoy, 19 años después, la selección encuentra en el puesto 69 del ránking mundial.

Una de las principales razones de la falta de logros que permitan crecer, afirman tanto Ackermann como Rebollo y Fabiana Manzolillo (ambas con experiencia al frente del seleccionado), es que no existen los recursos económicos para poder desarrollar proyectos de selección a largo plazo, como en el fútbol masculino. En 2012, la selección sub 17 entrenó durante nueve meses en lo que fue un proceso inédito que dio como resultado la clasificación al Mundial luego de ganar todos los partidos menos la final (derrota 1 a 0 ante Brasil) en el Sudamericano de Bolivia.

Un año después se realizó un Sudamericano de mayores en Uruguay, jugado en el Estadio Charrúa. La selección conformada por varias de las jugadoras de la sub 17 entrenó dos meses y perdió todos los partidos.

“No sirve para nada. Es perder plata. Perder prestigio. Tirar abajo concepciones arraigadas de que todo lo da el trabajo”, dice Ackerman sobre los procesos cortos. Muchas de las jugadoras uruguayas que jugaron el Mundial 2012 con la sub 17 abandonaron el fútbol.

“Te dan las selección dos, tres meses y vos no podés competir con selecciones que trabajaron a dos años y buscaron jugadoras en todo el país”, explica Manzolillo. “Clasificamos a un Mundial solo una vez, con casi un año de trabajo... Eso dice algo”.

Otro obstáculo es la cantidad de jugadoras: las seleccionadoras tienen 200 jugadoras para armar el plantel, lo que, según Rebollo, “es muy poco”.

A pesar de todo, no se estuvo lejos de ir al Mundial de Canadá que se jugó este año: en 2014, también con un par de meses de preparación, la selección participó del Sudamericano en Ecuador que clasificaba a tres selecciones. Tras ganar dos partidos y perder otros dos en la serie, por diferencia de goles, Uruguay no llegó a la fase final.

Ecuador, a quien Uruguay venció en el torneo continental, terminó clasificando al Mundial, donde perdió los tres partidos de la serie, dos de ellos por diferencia abrumadora: 0-6 y 1-10.

Como un excelente consuelo, a Ackermann le queda destacar que de las 60 juezas que arbitraron en el Mundial, tres eran sudamericanas y dos de ellas uruguayas: Claudia Umpiérrez y Luciana Mascarañas, quienes llegaron a arbitrar hasta las fases finales del certamen.

Ante estas limitaciones para llevar a cabo procesos que duren un tiempo acorde a la alta competencia, explica Ackermann, no es la única meta la clasificación a los mundiales. “Nos interesa competir más con Argentina. Con Chile. Con Paraguay. A nivel regional”, señala. Para esto también hay un problema que Ackermann critica: aún no existe un Consejo de Fútbol Femenino a nivel de Conmebol.

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Una mujer en el fútbol de varones de la Liga Universitaria
La Liga Universitaria, con su impresionante despliegue deportivo, también ha apostado en los últimos años a incentivar la participación de las mujeres con la implementación del torneo de futsal y la cada vez mayor cantidad de juezas en los partidos de fútbol masculino juvenil y de mayores, por ejemplo.

Pía Fletcher, sin embargo, intenta hacerse un espacio en la Liga desde otro lugar: como técnica del equipo masculino de fútbol sub 18 de La Blanqueada.

Licenciada en Educación Física y con el título de Directora Técnica bajo el brazo, no dejó pasar la posibilidad de meterse en el deporte que practicó durante seis meses cuando vivió en Estados Unidos y que por motivos personales no pudo seguir llevando a cabo en su vuelta a Uruguay.

Aunque el desafío de meterse en una zona incómoda fue lo que la empujó a tomar el cargo que le ofrecieron, no descarta volver como técnica al fútbol femenino y aplaude que el mismo crezca, aunque sea lentamente, en Uruguay. Incluso, cuenta, intentó alguna vez coordinar un amistoso entre los chicos de La Blanqueada y algún equipo de mujeres, pero no pudo realizarse por cuestiones logísticas.

“Está bueno que vean que existen la mujeres futbolistas y que juegan bien. Y que se puede jugar contra ellas y que capaz que te van a ganar. Y tomarlo como algo natural. Sí, te ganó. Juega bien. No es nada del otro mundo”, dice con una sonrisa.



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