Inicio   l    Último Momento   l   Edición Impresa   l   Ediciones anteriores   l   Mi registro   l   Contacto
Poner EL PAIS como página de inicioPoner EL PAIS como favorito
Miércoles 14.04.2010, 08:42 hs l Montevideo, Uruguay
Vota por esta noticia:
Desinteresa/No aporta Común/Importa poco  Interesante  Muy Interesante  Excelente/Gran aporte
  Total de votos:
Desinteresa/NoComún/ImportaInteresanteMuyExcelente/Gran 2 votos
Comentarios: 0  | escuchar nota |  | achicar texto |  | agrandar texto |  | enviar nota |  | imprimir nota |
« volver

Agenda

El "coloradito" de la esperanza

A.N.

No va a ser el próximo presidente de la República, pero es el exponente nítido de la renovación del Partido Colorado, aunque esta colectividad transite los peores años de su historia. La preeminencia de un dirigente como Pedro Bordaberry en la intención de voto colorada, aunque ésta sea hoy magra, abre una gran interrogante sobre la reinvención de esta colectividad que matrizó al Uruguay a través del Batllismo y que parece perder hoy casi todas la trazas de ese ideario que supo ser laxo, pero que nadie en el país confunde como seña de identidad. "Ni riverista, ni batllista" lo definen algunos de sus allegados.

Seguramente la verdadera carrera política de Bordaberry no nació en su gestión como ministro de Turismo, que fue simpática y aceptada por la gran mayoría, ni en su excelente campaña municipal de 2005 (26% del electorado), sino de manera fortuita. Su dura confrontación ante cámaras con Rafael Michelini (otro hijo de pesado apellido) en la defensa de su padre, un impopular dictador no sólo por tal, lo catapultó como una figura de la "derecha inteligente". Él mismo dijo a un amigo que lo llevaba a Canal 10 que iba "a estrellarse contra las Torres Gemelas". Y creyó esa noche, al salir del programa Zona Urbana, que su carrera estaba liquidada.

No obstante, ni sus más acérrimos enemigos, ni siquiera las víctimas de la dictadura parecen abiertamente dispuestos a pasarle la factura a este joven de clase acomodada, de impronta carrasquence, y mirada franca. Hay algo más que el pudor de achacar a los hijos los pecados de los padres o de comprender la defensa de un hijo de un padre cuestionado por la historia. Prevalece una cuota de credibilidad, una percepción de que, equivocado o no, es confiable, y que se puede negociar con él.

Y Bordaberry es, también, un iconoclasta inocente. No rompió con Jorge Batlle en un histriónico acto de rebeldía, sino que supo mostrarse indócil hasta que el pope, enojado con el díscolo, lo repudió por televisión. Bordaberry gana entre los colorados porque éstos perciben que fue hábil y justo en un parricidio político al que otros no se animaron. Se tornó "el coloradito" de la esperanza.

 ¿Encontraste algún error? Comentar esta noticia« volver  
Vota por esta noticia:
Desinteresa/No aporta Común/Importa poco  Interesante  Muy Interesante  Excelente/Gran aporte
  Total de votos:
Desinteresa/NoComún/ImportaInteresanteMuyExcelente/Gran 2 votos
Comentarios: 0  | escuchar nota |  | achicar texto |  | agrandar texto |  | enviar nota |  | imprimir nota |
Compartir:



ASISTENCIA AL USUARIO 2903 1986

CLASIFICADOS | SHOPPING EL PAIS | REDACCION IMPRESAREDACCION DIGITAL | PUBLICIDAD IMPRESAPUBLICIDAD DIGITAL Zelmar Michelini 1287, piso 5, CP.11100, Montevideo, Uruguay | Copyright ® EL PAIS S.A. 1918-2010