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DÉBORAH FRIEDMANN
"A las revoluciones sociales no hay que apedrearlas desde la acera. Hay que meterse en ellas para que vayan más rápido, si es necesario, o para demorar su marcha si también es necesario". Luis Antonio Hierro López (1947) tenía 16 años cuando escuchó esa frase de Luis Batlle Berres, con una concepción del Batllismo -"sin miedo a los cambios"- que signó su actividad política hasta hoy.
El episodio sucedió en una gira por Mercedes y Fray Bentos. "Usted viene conmigo", le había dicho días antes Batlle Berres en la puerta del diario Acción. Esa misma falta de opción es la que Hierro López siente que "quizás" tuvo para dedicarse a la actividad política.
Casi sin que se diera cuenta, su familia, y fundamentalmente su padre, Luis Hierro Gambardella, inclinaron la balanza. A los 18 años dio su primer discurso. Y en esta campaña electoral, 44 años más tarde, mantiene en sus alocuciones que el Batllismo es una gran "contraseña ética" y la "obsesión" porque el Partido Colorado consiga una activa participación ciudadana y que, a su vez, la gente se sienta allí bien acogida. En esos 44 años de carrera Hierro fue figura del Partido Colorado, que pasó de ser mayoritario a tener en 2004 la peor votación en su historia (10%). Ahora, su lucha es por la recuperación de esa colectividad.
Con la restauración democrática consiguió su primera banca como diputado (por la lista 85), que ocupó durante dos legislaturas. Luego fue electo senador por el Foro Batllista y, en 1999, vicepresidente del gobierno de Batlle.
Hierro prefiere la intensidad y acción del Ejecutivo a la vida discursiva del Parlamento. Su año como ministro del Interior (1998-1999) es el más grato de su carrera. En las antípodas está el 2002: la crisis financiera y la leucemia de su hijo Luis Rodrigo -el único varón de sus cuatro hijos- lo convierten sin dudas en el peor.
Repite una y otra vez su apego por la "institucionalidad" y a la Constitución. No es porque crea que ahora exista riesgo de una dictadura. Pero su padre -que sufrió los golpes de Estado de 1933 y 1973- siempre le repetía: "Nunca permitas que en tu vida haya dos golpes de Estado". Y él intenta cumplirlo.
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